miércoles, 19 de marzo de 2014

San Petesburgo

.



El Museo del Hermitage









  • San Petersburgo flickr.com / J_Llanos
    “La Venecia del norte”, “La Palmira del norte” y la “capital cultural de Rusia” son algunos de los nombres relacionados con San Petersburgo, la segunda ciudad rusa en importancia y población.
    Situada en el noroeste del país, en la costa del mar Báltico, San Petersburgo siempre ha tenido significación estratégica para Rusia.
    Para el desarrollo de la ciudad, el emperador Pedro I se inspiró en Venecia y prohibió los puentes permanentes sobre el río Neva para que se asemejara al Gran Canal, y también en Ámsterdam, promoviendo la construcción de canales en las calles.
    Se puede apreciar la influencia de la arquitectura italiana en el siglo XVIII y en menor grado de la francesa. En la ciudad se construyó un gran número de monumentos y conjuntos de arquitectura barroca y neoclásica.
    Ampliamente conocidos son la Plaza del Palacio, con el Palacio de Invierno y el edificio del Estado Mayor; la catedral de San Isaac y la catedral de Nuestra Señora de Kazán; el Almirantazgo y el cabo de la isla de Vasílievski.
    Pedro I atrajo una enorme fuerza laboral de siervos de todas partes del país, cuya cuota anual llegaba a las 40 000 personas. Lo que comenzó con la fortaleza de San Pedro y San Pablo y continuó con las labores de drenaje de las marismas alrededor del río Neva durante la Guerra del Norte (en condiciones climáticas adversas y con una mortalidad entre los trabajadores que en ocasiones alcanzaba el 50 %), con el tiempo registró un asombroso crecimiento, de tal modo que una década después la ciudad contaba con más de 30 000 edificios.
    La transferencia de la capital rusa a San Petersburgo en 1712 contribuyó a su florecimiento. Desde los principios del siglo XVIII en San Petersburgo comenzaron a establecerse alemanes, finlandeses, suecos, armenios, tártaros y representantes de muchas otras nacionalidades.
    La capital del Imperio ruso, tal como fue concebido por Pedro I, se convirtió en una "ciudad de tolerancia religiosa" por construirse ahí no solo iglesias ortodoxas, sino también templos de otras confesiones.
    También se desarrollaron los alrededores de la ciudad, donde se edificaron las residencias de los zares Petergof y Tsárskoye Seló, destacadas por sus lujosos palacios, fuentes y parques.
    Pedro había vivido y estudiado en los Países Bajos, por eso decidió bautizar a la manera holandesa la nueva ciudad en honor de su santo patrono, Sankt Piterburj, formaque posteriormente se germanizó.
    La ciudad cambió de nombre varias veces: se llamó Petrogrado, de manera rusa y más patriótica, al entrar Rusia en 1914 en la Primera Guerra Mundial y luchar contra Alemania. En 1918 perdió su estatus capitalino y, poco más tarde, en 1924 recibió el nombre de Leningrado, en honor al jefe revolucionario Vladímir Lenin.
    La Segunda Guerra Mundial fue un tiempo de severo sufrimiento para la ciudad, que se vio sitiada por las fuerzas armadas de la Alemania nazi durante 29 meses. Por el hambre y los bombardeos San Petersburgo perdió más de millón de ciudadanos.
    Tras concluir la guerra, la ciudad creció considerablemente gracias al aumento de la población y la construcción de nuevas viviendas. En 1991, y tras un plebiscito, se volvió a llamar San Petersburgo.
    Entre los símbolos de San Petersburgo figuran las esfinges del malecón de la Universidad, el monumento a Pedro I ("El Jinete de Bronce"), el Instituto Smolni y el crucero “Aurora”, que hizo el disparo que sirvió de señal para el inicio de la Revolución de Octubre.
    San Petersburgo destaca por sus “noches blancas” en mayo y junio, cuando el sol apenas se pierde bajo el horizonte.
    Además, la ciudad es un núcleo cultural, artístico e intelectual de Rusia. En 1724, el mismo Pedro el Grande decretó la fundación de la Academia Rusa de las Ciencias. Los graduados de la Universidad de San Petersburgo incluyen a ocho laureados con el premio Nobel.
    La Academia Imperial de las Artes, fundada en 1757, dio al mundo a pintores renombrados como Karl Briulov e Iliá Repin.
    San Petersburgo también inspiró a muchas célebres figuras nacionales de la poesía y la prosa que vivieron en la ciudad. El joven Alexandr Pushkin se convirtió, en opinión de muchos, en el máximo poeta nacional y el padre de la literatura rusa contemporánea. Sus obras se han traducido a los principales idiomas del mundo, así como las de Fiódor Dostoyevski, a quien suele catalogarse entre los mejores novelistas de la historia.
    El Museo del Hermitage, ubicado en el centro de la ciudad, está considerado uno de los mayores museos y pinacotecas del mundo. Cuenta con unas tres millones de piezas de arte que se exponen en más de 400 salas.

    No hay comentarios:

    Publicar un comentario